Entorno escéptico

Adéntrate en un espacio de escepticismo racional, libre de doctrinas y sus dogmas


Estudio Bíblico (I): cronología del Nuevo Testamento

Con este modesto artículo daré comienzo a una serie de análisis sobre algunos aspectos de interés del principal libro sagrado del mundo, que coincide con el que nos ha tocado por razón cultural. Analizar la Biblia nos ofrece la oportunidad de comprender las raíces del cristianismo, así como no pocas incongruencias de la doctrina actual. Es aquí, paradójicamente, donde se pueden encontrar muchos argumentos contra las doctrinas de las diferentes confesiones cristianas.

En debates con defensores de la historicidad de la Biblia es habitual encontrarse con algunos que sitúan los evangelios en fechas muy tempranas, en la misma generación de Jesús y la inmediatamente posterior. Este hecho también sucede en algunos grupos confesionales fundamentalistas.

         Vamos a intentar aportar datos para analizar las fechas más probables en las que fueron escritos los distintos libros que componen el Nuevo Testamento y extraer algunas consecuencias al respecto.

         Parece definitivamente establecido que los primeros escritos sobre Jesús provienen de Pablo de Tarso, alrededor de 20 a 25 años después de su muerte, en las trece epístolas que se conservan, aunque muy probablemente solo suyas siete de ellas. Se desconoce la fecha de redacción de todas ellas pero, considerando que Pablo fue perseguidor de los cristianos cuando estos ya eran un grupo apreciable y merecedor de ser considerado un cierto peligro local (para los judíos, más que para el imperio) y que recibió «la revelación de Jesucristo», tal como él mismo denominó su conversión y, posteriormente, tomó un liderazgo neto en los heterogéneos grupos cristianos, con todo ello las epístolas no pueden datarse mucho antes de los años cincuenta del siglo I.

         Se desconocen muchas fechas de los hechos relevantes de aquella época pero parece que el ministerio de Pablo comienza a finales de los años 30 y que sus tres grandes viajes misioneros comienzan en el año 46. A inicios de los 50s, escribiría las epístolas, una vez cimentado su liderazgo.

         Es lógico que los evangelios son posteriores a las cartas de Pablo. Los evangelios desarrollan la doctrina paulina y se sabe que fueron escritos después; contienen referencias a elementos históricos posteriores, tales como la primera guerra judía o la destrucción del Templo de Jerusalén.

         El primer evangelista, Marcos, escribe en torno al año 70. No fue discípulo directo de Jesús, por lo que basó su relato en las enseñanzas de Pedro. Dos argumentos avalan esta interpretación.-

– Papías de Hierápolis, ya en la primera mitad del siglo II, lo defendió ante Eusebio de Cesarea:

«y el anciano decía lo siguiente: Marcos, que fue intérprete de Pedro, escribió con exactitud todo lo que recordaba, pero no en orden de lo que el Señor dijo e hizo. Porque él no oyó ni siguió personalmente al Señor, sino, como dije, después a Pedro». (Eusebio, Hist. Ecl. iii. 39).

– No hay ninguna razón por la cual los primeros cristianos tuvieran que adjudicar la autoría de este evangelio a un personaje desconocido que no fue discípulo directo de Jesús, en lugar de atribuírsela a uno de los apóstoles.

         El evangelio de Mateo es el siguiente en orden cronológico, en torno al año 80. La tradición observa en él a un Mateo recaudador de impuestos discípulo directo de Jesús, pero algunos elementos han hecho modificar esta visión a los historiadores.

         El primer cuestionamiento es que su lengua original no parece ser el hebreo o el arameo. Además, este evangelio es el único que considera al tal «Mateo»; los demás, incluso el de Lucas, que está basado en este, lo denominan «Levi». Por último, un testigo ocular no basaría toda su obra en una obra escrita anteriormente, sino que contaría lo que él vio.

         El evangelio de Lucas es el más enigmático (ni siquiera está firmado). Él mismo reconoce en el inicio de su obra que copia a los anteriores: «investigado diligentemente todo desde sus orígenes», consultando con «testigos oculares y servidores de la palabra». Tampoco es probable que sea habitante de Palestina, ya que sus conocimientos sobre la geografía de esta región y sobre las costumbres judías son muy generales y a veces equivocados. Sí parece ser discípulo de Pablo. Su obra es claramente posterior a la de Marcos y Mateo.

         Por último, Juan escribe en la década de los noventa. O, mejor dicho, se escribe con ese nombre; porque por la diversidad de estilos y la escritura tardía parece que lo habría desarrollado una comunidad discípula de Juan, «el discípulo amado». Es de reseñar que en aquella época los discípulos podían continuar la labor de su maestro manteniendo su nombre.

Debido a que, muy probablemente, el libro del Apocalipsis también es del mismo Juan y que este libro es seguramente muy cercano al año 100, el evangelio de Juan no sería muy anterior.

Conclusiones.-

1) Los primeros escritos cristianos provienen de un autor que sabemos con certeza que no conoció a Jesús ni vivió ningún acontecimiento de su ministerio.

2) Los escritos fundamentales del cristianismo, los evangelios, fueron desarrollados posteriormente a los de Pablo y, muy probablemente, ninguno de ellos fue discípulo directo de Jesús, testigo ocular de los hechos. No se indica lo contrario en ninguno de los evangelios ni en los Hechos de los apóstoles.

3) La datación de los evangelios los situaría más cerca de la segunda generación posterior a Jesús que de la primera (las generaciones eran algo más cortas que ahora).

4) La tendencia de algunos cristianos de adelantar las fechas de estos escritos viene por la necesidad de otorgarles mayor autoridad. Su argumentario sería más fuerte si fueron escritos prontamente y no en generaciones posteriores.

Fuente: Wikipedia.



Deja un comentario

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar