Entorno escéptico

Adéntrate en un espacio de escepticismo racional, libre de doctrinas y sus dogmas


El milagro del cojo de Calanda

Un milagro es una intervención divina que supera las leyes naturales. Bajo mi opinión es la mejor forma de analizar la existencia de un dios que resiste el juicio racional y experimental. Si no podemos estudiar a Dios estudiemos sus intervenciones en nuestro mundo.

Los declarados milagros que se prestan a un mejor análisis son aquellos en los que Dios cura a una persona de entre las millones de personas que sufren dolencias. Son casos excepcionales pero espectaculares. Muy escasos pero denotan la grandeza de Dios, presuntamente.

Y tan escasos. En el Santuario de Lourdes, principal foco de milagros católicos, la Iglesia ha considerado milagrosos un total de setenta casos. Considerando que el Santuario recibe la visita de unos ocho millones de personas cada año, no llega a una media de un caso al año. Tantas prédicas sin respuesta… Cien veces más difícil que ganar la lotería, que es de una posibilidad entre cien mil.

Vamos a tratar sobre el milagro más espectacular y excepcional del orbe católico: el cojo de Calanda. No en vano es el único aceptado canónicamente donde se reporta la recuperación de una pierna amputada. Por su parte, en Lourdes las curaciones más prominentes son de esclerosis múltiple, cáncer o levantarse de la silla de ruedas.

Veamos íntegramente que dice una web católica sobre el cojo de Calanda:

“Finales de julio de 1637. Miguel Juan Pellicer, natural de Calanda (Teruel) tuvo un accidente durante su trabajo. Cayó al suelo y le pasó por encima de la pierna derecha una de las ruedas del Carro de su tío rompiéndosela más o menos a la altura del tobillo.

Le llevaron al hospital de Valencia y, al ver que cada vez empeoraba más, lo trasladaron a Zaragoza donde llegó a primeros de octubre, con mucha fiebre y la pierna totalmente gangrenada. Antes de ingresar en el hospital fue a la iglesia del Pilar, donde se confesó y comulgó.

Ya en el hospital, viendo los médicos que la pierna no tenía curación decidieron cortarla cuatro dedos por debajo de la rodilla.

Se la serrucharon sin más anestesia que una bebida bien cargada de alcohol mientras él se encomendaba a la Virgen del Pilar. Después de la operación, dos médicos enterraron la pierna en el cementerio del hospital.

Cuando se repuso de la operación, pasó dos años y medio pidiendo limosna en la puerta del Pilar y durmiendo en una posada o en los bancos del hospital. Regresó a Calanda.

Una noche soñó que se untaba el muñón con el aceite de la lámpara de la iglesia del Pilar. Al entrar sus padres en la habitación notaron una extraña fragancia; la madre se aproximó con el candil a su hijo y vio que le salían de entre las sábanas no una sino las dos piernas.

Era su misma pierna amputada: con antiguas cicatrices de niño y la lesión cerca de tobillo que le hizo el carro cuando le pasó por encima.

Además se comprobó que la pierna enterrada en el cementerio del hospital no estaba. El milagro fue plenamente documentado, testificado por centenares de zaragozanos que conocían al cojo de Calanda cuando por espacio de dos años pedía limosna en las puertas del Pilar. La fama de este portento, resistente a toda crítica histórica, absolutamente riguroso, se extendió por todo el mundo y contribuyó no poco a difundir la existencia del Pilar de Zaragoza y la devoción pilarista, principalmente en los países hispanoamericanos.”

Pues ya está. Un milagro, a la par espectacular y visible, que demuestra la intervención de Dios. Como dice el escrito: “este portento, resistente a toda crítica histórica, absolutamente riguroso (…)”. ¡Jaque mate, ateos!

Bueno, no tan rápido. Los historiadores Antonio Gascón Ricao y Brian Dunning estudiaron este caso. Y no lo vieron tan claro. Expondré sus principales reticencias resumidas. Abajo se encuentran las fuentes donde se pueden consultar los artículos completos, así como los libros publicados.

Antonio Gascón Ricao investigó una exhumación de Miguel Pellicer, el cojo de Calanda, realizada en 1950, promovida por las autoridades eclesiásticas y acompañadas por varios expertos y notario, donde se comprobó que el cadáver tenía todas las características de Pellicer y fue enterrado junto con su ropa y unos escarpines (zapatos pobres de la época) de número mayor que su pie, que le permitía el uso de unas necesarias “palmillas” (alzas) con las que disimular la cojera de su pierna derecha. Esta era 5,5 mm menor que la izquierda.

Comisión que trabajó en la exhumación y análisis

A esta exhumación no se avisó a los medios ni fue publicada hasta 22 años después, publicación que señaló que el resultado de la búsqueda fue negativo y no había conclusiones. Antonio Gascón discute este extremo y se pregunta el motivo de tapar los datos obtenidos.

Brian Dunning, por su parte, nos ofrece este análisis crítico:

Miguel Pellicero permaneció cinco días en el hospital de Valencia. Después fue, a pie, con una pierna rota, al hospital mayor de Zaragoza, trayecto que le llevó 50 días.

Nota mía: hay diferentes versiones sobre si le recomendaron trasladarse o si quiso él acercarse a su tierra natal, con sus padres. Sea como sea, el viaje a pie no deja de extrañar y que dure 50 días. La distancia entre Valencia y Zaragoza es de 309 km por carretera.

Una vez que llegó a Zaragoza, febril y enfermo, los médicos encontraron su pierna gangrenada y en un estado penoso. A Pellicero le amputaron la pierna derecha «cuatro dedos por debajo de la rodilla» y la enterraron en un solar especial del hospital. Permaneció en el hospital durante varios meses y se le proporcionó una pata de palo y una muleta. Pellicero vivió en Zaragoza, asistiendo a misa diariamente en la Basílica y aceptando limosnas.

Tras dos años se trasladó a casa de sus padres en burro (115 km, nota mía). Un soldado viajero estaba pasando la noche en la antigua habitación de Pellicero, por lo que este tomó un saco de dormir en el piso de la habitación de sus padres, que eran pobres. Por la mañana, sus padres vieron no uno, sino dos pies que sobresalían del extremo de la manta corta.

Un examen de la pierna reveló que era la misma pierna que siempre había tenido. Tenía una cicatriz de donde le habían extirpado un quiste cuando era niño, dos cicatrices hechas por espinas y otra de una mordedura de perro en la pantorrilla. Lo más notable era una cicatriz donde la rueda del carro le había aplastado la tibia. Se decía que la pierna parecía delgada y atrofiada, pero a los pocos días la estaba usando normalmente.

Se abrió un juicio en Zaragoza donde más de cien personas declararon que habían conocido a Pellicero con una sola pierna, mientras que ahora tenía dos.

Médicamente, la historia de Pellicero es improbable, pero no imposible. A los 55 días de la lesión, dijo, le amputaron la pierna por gangrena avanzada. En una lesión por aplastamiento como la que sufrió, la gangrena puede tardar entre 48 y 72 horas en aparecer y, una vez que lo hace, la sepsis desaparece en unas pocas horas. Nadie vive 55 días con una lesión gangrenosa. Si su piel no se rompió, o si alguna herida se curó limpiamente, todavía es posible que la herida haya desarrollado gangrena gaseosa interna semanas, meses o incluso años después. Pero la apariencia de la gangrena gaseosa es inconsistente con la condición supuestamente reportada por los médicos, que era «flemonosa y gangrenosa», es decir, abierta y húmeda, y «negra». Sin un examen real, no podemos decir con certeza que la historia de Pellicero es imposible; pero la versión de la historia que se ha informado levanta una enorme bandera roja médica.

Esta bandera roja es suficiente para impulsar un examen más detallado de la evidencia documentada. Y hay una cosa que salta a la vista. No hay documentación ni relatos de testigos que confirmen que su pierna alguna vez se fue.

Tenga en cuenta que no existe evidencia de que su pierna haya sido amputada alguna vez, o que incluso haya sido tratada, en el hospital de Zaragoza, aparte de su propia palabra. Nombró a tres médicos allí; sobre uno no hay constancia de que haya sido entrevistado ni por la delegación ni por el juicio. Los otros dos médicos nombrados por Pellicero (Estanga y Millaruelo) negaron haber participado en la amputación de su pierna.

El juicio encontró que ninguna pierna estaba enterrada donde dijo que estaba en el hospital, pero esto es exactamente lo que esperaríamos encontrar si nunca hubiera sido amputada. Aunque esta falta de una pierna enterrada a menudo se presenta como evidencia de que la historia es cierta, en realidad es una falta de evidencia de algo.

Hasta aquí los datos ofrecidos por Brian Dunning. Como conclusión indica que es mucho más lógico pensar en que Pellicero se dedicó a la mendicidad al salir del hospital de Valencia y que descubrió que recaudaba mucho más atándose la pierna hacia atrás y simulando ser cojo. Al ser descubierto en casa de sus padres continuó la simulación.

En la sentencia del Proceso del milagro ya se incluyó una reticencia, la cual no pudo impedir que la España del siglo XVII contara con un caso tan extraordinario para su feligresía: “No pudo dicho Miguel afirmar el pie, porque tenía los nervios y dedos de él encogidos é impedidos, ni sentía calor natural en la pierna, la cual se mostraba con un color lánguido y mortecino; ni ésta igualaba á la otra en lo largo y grueso; todo lo cual, al parecer, desdice y repugna á la esencia del milagro; lo uno porque no se obró en un instante; lo otro porque cosa tan imperfecta no pudo provenir de Dios, en cuyas obras no cabe imperfección.”

Fuentes:

https://es.catholic.net/op/articulos/69674/cat/1077/el-milagro-del-cojo-de-calanda.html#modal

https://es.wikipedia.org/wiki/Miguel_Pellicer

https://skeptoid.com/episodes/4247

https://es.wikipedia.org/wiki/Nuestra_Se%C3%B1ora_de_Lourdes



2 respuestas a “El milagro del cojo de Calanda”

  1. Toma. Mis reflexiones no tienen la profundidad documental de las tuyas pero me entretengo con ellas. Esto fue una intervención en la lista de correo ‘Escepticos’ relacionada con A.R.P. Haz con ella lo que quieras.
    http://www.franciscomercader.es/Trapo1.htm
    http://www.franciscomercader.es/Trapo2.htm
    http://www.franciscomercader.es/Trapo3.htm

    Le gusta a 1 persona

    1. Muy interesantes los tres enlaces. En su época leí bastante sobre la síndone, al principio para defenderla y, tras leer más, para comprender el prosaico fenómeno. Pero es verdad que la visión artística se trata menos en la divulgación. Por tanto, doblemente interesante.

      Me gusta

Deja un comentario

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar